Como todas las buenas historias, comenzó una noche de un día
cualquiera, de un mes cualquiera. Mientras yo andaba perdida; sin querer, o
queriendo, me tropecé contigo. Inconscientemente
llegaste para rescatarme, o fuiste mi escusa para salvarme yo misma. En
cualquier caso, habíamos encontrado un lugar dónde escapar, un lugar al que
siempre llegábamos tarde. Pero poco a
poco, empezó a dar igual la puntualidad, la razón o nuestros principios. Ya no
teníamos un lugar, ahora todos los rincones del mundo eran nuestros. Esto nos
llevo a un continuo tira y afloja, en el que ambos solo queríamos más del otro,
más de lo que estábamos dispuestos a dar. Hasta que uno de los dos, o los dos,
paramos esto. El silencio se apoderaba de ambos, con algún ‘’Buenas noches’’
por cortesía; aunque ya las noches no eran buenas.
Y como todas las buenas historias, esta también había sido mentira.
No hay comentarios:
Publicar un comentario